lunes, 28 de abril de 2014


EL TIEMPO CON LOS HIJOS VUELA… ¿YA EMPACASTE SU MALETA?

 
Hoy es un día igual pero diferente. Igual porque la rutina de la vida familiar amaneció siendo la misma. Corre, apúrate que vamos tarde para el colegio. Diferente porque hoy por primera vez en 10 años mi hija estará por 4 días lejos de mí. No habrá comunicación entre nosotras porque es el requisito del paseo escolar y del propósito de la experiencia que tendrán los niños de 5 grado, su concentración estará puesta en la naturaleza  y no en juegos electrónicos o ningún tipo de tecnología que los distraiga de la sublime admiración por la creación de Dios.
Ella estaba feliz, radiante, contaba los segundos para encontrarse con sus amigos y comenzar su aventura. Ayer, mientras empacaba su maleta y yo le sugería, mi mente me trasportaba a sus primeros años, aquellos en los que ella no opinaba, no decidía. En aquellos inicios yo sabía muy bien que este momento llegaría. El momento de nuestro primer adiós. Desde entonces comprendí que quería gozarme cada uno de los instantes de su vida. Es que el tiempo me dije, se me va a volar entre los dedos de las manos, y quiero que cuando ella empaque su maleta por primera vez lleve lo que realmente  le va a servir en la vida.

Siendo una mujer profesional y dedicada a mi trabajo, decidí dejarlo  porque comprendí que aquello de que el tiempo de calidad es más valioso que el de cantidad es una sola mentira. Aunque no puedo negarlo, lo intente. Largas horas en  mi oficina, reuniones extenuantes, desafíos interesantes y el orgullo enaltecido. Pero unas escasas horas no eran suficientes  para estudiar a fondo esa nueva personita que Dios me había entregado para hacer de ella un ser humano mucho mejor que yo. Es que a veces pensamos que nuestros hijos nos pertenecen  y se nos olvida, que son tanto solo prestados por EL y en un instante de la vida.
A veces también, pensamos que nuestra responsabilidad  como padres es suplir sus necesidades y no  solo las básicas, como la comida, el abrigo o la educación  sino que  en tiempos como los de hoy, incluimos en estas necesidades todas aquellas cosas en las que nos enmarca esta sociedad consumista y deteriorada por  innovaciones, que si en mucho nos pueden ser útiles,  en otro aspecto nos conducen a perder nuestro norte como  mentores de esos, nuestros “prestamos”. Hoy, los chicos (y aun los padres) no descansan entre la tecnología, las tareas del colegio, los compromisos deportivos y artísticos, actos sociales, y hasta la asistencia a la iglesia los domingos. Sin duda, todo ello de extraordinario valor para el crecimiento  y aprendizaje personal, pero respiremos  por un momento  y pensemos si con todo el tiempo invertido en esas cosas, estaremos en realidad generando una verdadera  relación  con nuestros hijos, una relación que llena de amor y de fe mutua, haga de ellos personas felices y llenas de paz. Sí, no digo personas exitosas, porque el éxito en este mundo no es garantía de felicidad y paz.

Preguntémonos, ¿En dónde quedó el tiempo para jugar con nuestros hijos? Léase bien “para jugar con nuestros hijos”, no para llevarles a que alguien juegue con ellos. ¿En dónde quedó el tiempo para verles a sus ojos y escuchar sus historias y contar las nuestras ?Léase bien,  “verles a sus ojos y escuchar…”, no estoy diciendo mirarlos por el espejo retrovisor de tu carro mientras conduces y medio escuchas  lo que ellos te quieren decir  o tu sermonear. ¿En dónde  quedó el tiempo para tocarles, besarles, abrazarles, sentirles y que te sientan, para que reciban tu amor y el valor que tú les das  a través de tu cariño? Léase bien “tocarles, besarles, abrazarles…”, no hablo de los besos mandados en el aire cuando se  bajan del carro a su siguiente actividad,  no hablo de los abrazos cuando los felicitamos por alguno de sus logros y no hablo de que reciban tu cariño a través de tus regalos o de lo que haces por ellos. ¿En dónde quedo el tiempo para que nosotros podamos reflexionar  y capacitarnos para ser mejores padres? Léase bien, “reflexionar y capacitarnos para ser mejores padres”, es que la intuición ya no funciona por sí sola, el mundo ha cambiado y no podemos pretender educar a nuestros hijos como fuimos educados nosotros mismos. Lo que está pasando hoy con los preadolescentes y adolescentes no es  lo mismo que vivieron generaciones anteriores y es necesario entender lo que acontece en su corazón, como producto del cambio. La depresión, la drogadicción, el alcoholismo, la pornografía, la rebeldía, el abandono del hogar  y todo tipo de adicciones no entran a la vida de nuestros hijos sin antes haber llamado a la puerta.
Muchos interrogantes faltarían a los mencionados anteriormente. Le doy gracias a Dios que he podido tener el tiempo para pensar  y tomar acción en las respectivas respuestas. Una acción que  me permite asegurar que el tiempo con nuestros hijos, sí se basa en muchas horas compartidas, vividas y “personalmente “experimentadas. Una acción que en horas, minutos y segundos ha tejido una relación tan profunda con mi hija que ella con orgullo me llama “mi mejor amiga”.

Mi hija se fue hoy por primera vez con su maleta.  Yo, estoy feliz  y orgullosa de saber que en ella no son solo sus cosas materiales las que lleva, sino  que allí van empacadas todas las que a través de estos años hemos vivido juntas y sin duda, le van a ser útiles en este paseo y  en el resto de su vida: fe en Cristo, perdón, valentía, coraje, seguridad, responsabilidad, generosidad, compasión, recursividad, alegría, amistad, paciencia y tolerancia. Parece mucho, pero aún la maleta está vacía. Sólo el transcurso del tiempo y las aventuras que juntas tendremos por vivir,  culminarán llenando su equipaje y con el partirá para siempre algún día. Sin embargo,  estoy segura, nuestra relación seguirá intacta y bendecida,  continuaremos siendo  las mejores amigas y ella estará lista para asumir su camino.
Mamás, ayudemos a nuestros chicos a empacar, al fin de cuenta, nuestro tiempo aquí también vuela, y Dios no nos va a preguntar por lo que hicimos o dejamos de hacer en nuestra vida profesional. El en cambio cuestionará  nuestra responsabilidad por el cuidado que tuvimos con lo que nos prestó, su más valiosa creación, esa a la que nosotras llamamos con tanto  amor “nuestros hijos”.

 

 

 

martes, 5 de junio de 2012

Facebook: Vanidad de Vanidades y...donde esta el real "tu"?

En mi artículo de la semana pasada expresé mi preocupación por esa necesidad de volver a la autenticidad, de volver a nosotros mismos, de volver a nuestra esencia como seres humanos dotados del poder de la elección, esto significa poder decidir qué es conveniente y que no. Cité aquel hermoso verso bíblico que dice " Todo me es lícito pero no todo conviene… (1 Cor 10 -23)” y hoy quisiera dejarlos con otra reflexión que está ligada directamente con este primer mensaje.

Se trata de nuestra inmersión en lo que yo he denominado " la feria de la vanidad que distorsiona tu identidad ",  y con esto me refiero al concepto de lo que Facebook significa para mí. En mi círculo social he compartido acerca de este pensamiento obteniendo casi siempre una crítica en la que se me tilda de ser desadaptada a las nuevas tecnologías, temerosa ante la novedad  y no partícipe del siglo 21. Quienes no se atreven  a contradecirme directamente, sólo guardan largo silencio cruzando sus miradas unos con otros como si trataran de responderse la misma pregunta: En que planeta vive esta mujer?

Pero aquí estoy con los pies bien puestos sobre la tierra, y sin ocultar mi adoración por aquellos tiempos de "la Casita de la Pradera y familias como la Ingalls ",  compartiéndoles a continuación un artículo de Andrew Keen para CNN, que resume mi visión de lo que Facebook esta produciendo en nuestra sociedad y, aunque Keen y los profesores entrevistados no usan la palabra "vanidad" para describir el problema , si se centran en el mismo argumento teórico que yo expongo, al afirmar como el "narcisismo digital" es un narcótico que al igual que cualquier otra adicción, hace que las personas se  pierdan de si mismas, olviden su propia identidad y que su auto estima dependa de su nivel de participación en los medios sociales de comunicación. "Vanidad de Vanidades" agrego yo. Me uno a la solución propuesta por Keen cuando concluye: “usted decide, o lo publico o lo privado”  en otras palabras : quieres seguir publicitando tu vida asumiendo las consecuencias  de tu adicción, o te deleitas en la privacidad de tus actos y te gozas los beneficios de tu individualidad en este mundo ? Nuevamente los invito a meditar en 1 Cor. 10-23  "....todas las cosas me son lícitas , más yo no me dejaré  dominar de ninguna ”.

Hasta aquí con mis  palabras,  los remito a los expertos:
(Quienes necesiten la traducción al Español, por favor ir a la parte de arriba del blog y encontraran un botón para traducciones, ubiquen el Español y darle click)
 *This article can also be accessed if you copy and paste the entire address below into your web browser.
http://www.cnn.com/2012/05/30/tech/keen-technology-facebook-privacy/index.html?hpt=hp_bn11

Opinion: Facebook threatens to 'Zuck up' the human race


Editor's note: Andrew Keen is a British-American entrepreneur and professional skeptic. He is the author of "The Cult of the Amateur," and "Digital Vertigo." This is the latest in a series of commentaries for CNN looking at how internet trends are influencing social culture.
(CNN) --

The news last week was all about Facebook's dodgy IPO. Investors are filing suit against Facebook about withholding "negative" assessment on its business prospects. This IPO not only "Zucked up" Silicon Valley's supposed tech bubble, but it has created the suspicion that Facebook willfully exploited the innocence of the small investor.

But something even dodgier than a potential stock market fraud is going on. The social network is taking something much more important than money from its nearly one billion members. By sabotaging what it really means to be human, Facebook is stealing the innocence of our inner lives.
It may even be Zucking us up as a species.
Sherry Turkle, Professor of the Social Studies of Science and Technology at the Massachusetts Institute of Technology, tells us there's a "shift" from an analog world in which our identities are generated from within, to a digital world in which our sense of self is intimately tied to our social media presence.
But this shift to a Facebook world of incessant "friending," Professor
Andrew Keen
Andrew Keen
Turkle correctly warns us, is a "seductive fantasy" which is weakening us both as individuals and as a society. The problem, she explains, is that a "capacity for solitude is what nurtures great relationships." But in today's always-on social media world, our solitude has been replaced by incessant online updates, which both weaken our sense of self and our ability to create genuine friendships.
I call this shift from the private to the public self "digital narcissism." Behind the communitarian veil of social media, we have fallen in love with ourselves. But this is a super sad love story. Because the more we self-broadcast, the emptier we become; and the emptier we become, the more we need to self-broadcast.
The more we self-broadcast, the emptier we become; and the emptier we become, the more we need to self-broadcast
Facebook isn't alone, of course, in offering this seductive fantasy of a radically transparent digital society in which our self esteem is determined by our updates, tweets and check-ins. And yet with its almost billion members and nearly $100 billion public market valuation, Facebook is shaping the digital narcissism of early 21st century culture more than any other social media company.
Most of all, Facebook is destroying our privacy as discrete individuals. And it's not just our kids who are revealing everything about themselves to their thousands of "friends" on Facebook. As Aisha Sultan and Jon Miller note in a chilling piece, "Facebook parenting" -- our obsession with posting data about our kids - is "destroying our children's privacy."
Sultan, a parenting columnist at the St Louis Post-Dispatch, and Miller, a researcher at the University of Michigan, whose article was based on interviews with 4,000 children, argue that we've created what they call a sense of "normality" about a world where "what's private is public." Kids are growing up, they explain, assuming that it's perfectly normal to reveal everything about ourselves online.
"And our children will never have known a world without this sort of exposure. What does a worldview lacking an expectation of privacy mean for the rest of society?" Sultan and Miller conclude with the eeriest of questions.
What it means, of course, is that we are creating a world in which our sense of identity, of who we actually are, is defined by what others think of us. Social media's ubiquity means that we are losing that most precious of human things -- our sense of self . Our devices are always on; our "Timeline" (Facebook's product which greedily attempts to capture our entire life narrative) is there for everyone to see; we are living in public on a radically transparent global network that, by 2020, will be fed by 50 billion intelligent devices carried by the majority of people on the planet.
But the situation is actually more dismal than even Sultan and Miller acknowledge. The distinguished psychologists Philip Zimbardo and Nikita Duncan have written about an entire generation of young men who, they say, have been "desensitized to reality" by online gaming and pornography. But what Zimbardo and Duncan forget to add is that much social media is no less addictive that gaming or porn.
Yes, digital narcissism is a narcotic. But unlike online gaming or pornography, it is desensitizing all of us -- young and old, men and women alike -- to reality. Imprisoned in our delusional social media bubbles, our Facebook saturated world has become a self-referential stream of real-time updates about what we just ate for breakfast.
Don't worry about whether the Facebook IPO is creating an economic bubble. The real bubble are the billions of delusional social media bubbles which are distorting our real sense of self and weakening genuine social interaction.
So what to do?
The less we publicly announce about ourselves, the more mysterious and thus the more interesting our private selves become.
It's time to wake up to the truth about social media. Networks like Facebook have turned us into products in which their only economic value is our personal data. Like any other addiction, we need recognize its destructive reality. Facebook is free because it sells our most intimate data to advertisers. Forget about last week's dodgy IPO. The fraud is on anyone who has ever used Facebook.
Last year, I quit Facebook. It's a growing movement. I hope you'll consider joining me as a Facebook resistor.
But the solution goes beyond leaving Facebook. Our addiction to digital narcissism can only be broken by a new regime of strict self-censorship. For many of us, perpetually high on the narcotic of self-broadcast, this won't be any easier than quitting smoking or kicking that online porn or gaming habit. But remember, the less we publicly announce about ourselves, the more mysterious and thus the more interesting our private selves become.
There are political solutions too. We need to support governments in both the E.U. and the U.S. to protect online privacy through "do not track" legislation; force companies like Google to be more transparent with their use of our data and even enshrine, as the EU Justice Commissioner Viviane Reding is bravely championing, a "law of forgetting" on the Internet.
The market can also play a role. Let's embrace new technology which allows data to degenerate over time so our online data, like real world trash, eventually decomposes.
Let's support Internet start-ups like the strictly private social network EveryMe and the defiantly private search engine DuckDuckGo. And let's recognize, once and for all, that "free" is never really free and that we are much better off paying for apps and services that absolutely guarantee the protection of our private personal data.
At the dawn of our brave new networked 21st century world, we are faced with two options. Either, we succumb to the narcotic of digital narcissism, turn ourselves inside out and let our kids inherit a world in which the quiet mystery of the disciplined private self becomes a historical artifact. Or we fight our growing addiction to social media so that we are no longer enslaved to the personal update, the tweet or the check-in.
Privacy or publicness? It's not a hard choice. Zuck-up or save the species. I trust you'll know which one to make.

jueves, 31 de mayo de 2012

La Conveniencia de la Dificultad


 
No hay duda de que tanta tecnología nos tiene a mil. Andamos corriendo y quejándonos de que el tiempo no alcanza. Y es que hoy todo se simplifica desde las pantallas de nuestros computadores, teléfonos celulares, iPads, etc. haciendo de nuestra vida un poco más práctica y rápida, pero a un costo del que muchos aun no son conscientes, costo, no me refiero al valor económico de los aparatos que facilitan supuestamente nuestra cotidianidad, sino al costo que para nuestra propia salud, armonía espiritual y familiar implica el poseerlos dando mal uso de sus bondades.

Hoy en día, es mucho más rápido encontrar las respuestas de las tareas escolares en Internet, solo navegando por Bing (sin mencionar su competidor en honor al trabajo de mi esposo en Microsoft) que elaborar un proceso de pensamiento y análisis propio de una metodología de investigación. Es mucho más fácil, enterarse de la vida y obra de un vecino a través de Facebook que invitarlo a casa a tomar café para compartir y abrir la puerta a una nueva amistad. Es más fácil mandar un ramo de rosas cibernético en una tarjeta, de esas que además incorporan música, que ir a escoger unas flores hermosas con exquisita fragancia, de esas que además adornan las salas de nuestras casas con sus bellos colores. Es mucho más fácil mandar un mensaje de texto pidiendo perdón, que tener la valentía de abrir la boca y exclamar con el corazón pungido y la voz entre cortada un " lo siento, perdóname". Es mucho más fácil distraer a nuestros hijos con los video juegos, que sentarse con ellos a inventar nuevas entretenciones y dejarse llevar por la imaginación, es más fácil que ellos opriman botones que comprarles materiales para que sus manos sean las autoras de grandes diseños, es más fácil comprar comida congelada en el supermercado , llegar a casa y servir la cena directamente del microondas a la mesa, que ir al mismo supermercado y escoger comida saludable y fresca, llegar a casa , poner las ollas en la estufa y preparar una delicia para disfrutar en familia......

Sí, es muy fácil, pero muy fácil caer en la practicidad a la que nos lleva la vida, es muy fácil seguir el ritmo que impone una sociedad atareada de nuevas tecnologías y por ende, de nuevos patrones de comportamiento, pero que tan difícil es centrarnos en nosotros mismos, en nuestra individualidad y en lo que Dios ha planeado para quienes decimos llamarnos sus hijos. Pero he ahí donde esta el problema. Vamos muy rápido, repetimos lo que los demás hacen sin parar a tomar aire, sin pensar por un momento hacia a donde nos puede llevar el abuso de tanta practicidad y sí por el contrario, tenemos el tiempo para quejarnos por la pérdida de valores, por la falta de privacidad, por la carencia de razonamientos lógicos y aptitudes de nuestros hijos, por los "nuevos conceptos" de familia y hasta por la obesidad, solo por mencionar algunas de nuestras preocupaciones.

Una cosa es cierta. Dios ha permitido el desarrollo de la tecnología para nuestro beneficio, pero El nos ha dado libre albedrío para tomar decisiones y eso incluye cada uno de los aspectos de nuestra existencia." Todas las cosas me son lícitas, más no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, más yo no me dejaré dominar de ninguna (I Cor.12).

Depende de nosotros la preferencia por lo práctico o lo difícil, o mejor, depende de nosotros el manejo que le demos a la practicidad y a la dificultad. Lo práctico generalmente conlleva al mínimo esfuerzo y el mínimo esfuerzo conduce a la velocidad en las acciones reduciendo el pensamiento, las ideas, la capacidad de aprender. Lo práctico casi que nos acerca a la mediocridad. Por el contrario, lo difícil nos lleva por el camino de la creatividad y la creatividad nos ayuda a generar soluciones y alternativas, desarrolla nuestra potencialidad, autenticidad y hasta nuestra auto estima. La dificultad nos acerca a un grado de excelencia en lo que somos y en lo que hagamos.

Volvamos a lo difícil, usemos lo práctico sin caer en el facilismo, alimentemos nuestra esencia, aquella que Dios sembró en nosotros cuando nos hizo humanos y no robots. Humanos, diferentes el uno del otro, viviendo en el mismo mundo pero no por ello enajenados. Dejemos la prisa, bajemos el ritmo y tomemos aire, veremos que sí hay tiempo para lo más difícil, porque después de todo, lo difícil produce lo que realmente conviene y el hacerlo, forma parte del propósito que Dios tiene para nuestra vida. Piensalo, Esto es Contigo, esto es para ti, y para todos  los que quieran hacerlo si disponen su corazón para vivir dentro de la conveniencia de la dificultad.